En momentos complejos, o se es parte de la solución o se es parte del problema o es que se está ya formando parte del paisaje. Mariano Fernández Enguita.
Para nosotros, las escuelas deben partir del futuro, no llegar a él. Las escuelas tradicionales están centradas en certezas, en resultados fijos, es una experiencia única para todos… Y debemos aprender a afrontar la incertidumbre que todo futuro y cambio trae consigo.
No sabemos qué futuro se van a encontrar nuestros alumnos dentro de 15 años, muchas de las profesiones que conocemos hoy en día desaparecerán y aparecerán de nuevas que jamás nos habíamos planteado. Por eso debemos crear un modelo de escuela dinámico en el cual los mismos alumnos sean los creadores y diseñadores de su aprendizaje.
La escuela de este siglo debe ser una escuela abierta a la sociedad, plural e innovadora. Debe ser capaz de crear nuevas estructuras flexibles para que cada alumno encuentre su lugar y sobre todo, debe ser una escuela que asuma la responsabilidad de educar personas comprometidas socialmente.
Nuestro bienestar y futuro depende de la capacidad que tengamos para compartir y cooperar con otras personas, no solo de nuestro entorno o comunidad, si no también con personas de otros países y culturas. No es una novedad que de cada vez el mundo está más globalizado. Las empresas se fusionan y expanden por todo el mundo, y es muy común tener uno o varios amigos que residen en otros países y, de igual manera, nuestros jóvenes de cada vez más se plantean emigrar a otros países para encontrar el trabajo soñado.
Así pues, es nuestro deber como escuela, acercar las distintas realidades del mundo a nuestros pequeños, para que puedan crecer en la diversidad. Debemos ofrecerles experiencias y oportunidades para que puedan empatizar con otras culturas, para que así, el día de mañana, se conviertan en adultos respetuosos y colaboradores, que delante de una adversidad o diferencia crezcan y encuentren soluciones comunes para poder todos vivir felices.
Tonina Antelmo, directora Escoleta Pharos
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